Israel se creó en 1948, desde entonces la ocupación y desplazamiento forzado del pueblo palestino se convirtió en realidad y el exterminio de su cultura formó parte del objetivo principal del nuevo Estado.

Miles de familias palestinas han sido destruidas tras la construcción de muros que agrandan las fronteras antes inexistentes, el bloqueo comercial que impide el acceso a productos  básicos como medicamentos, ha hecho de la violación a los derechos humanos una forma de vida permisible, pese al gran daño causado. 

Durante 70 años de conflicto entre estas dos naciones, miles de personas han transformado su papel ciudadano al de  migrantes y refugiados buscando sobrevivir a la guerra, exiliándose en Europa, y en países cercanos como Turquía y Líbano. 

Este último ha instalado campos de refugio en Beirut, como el “Sabra y Chatila”, donde se realizó una de las masacres más grandes de palestinos por parte de las falanges libanesas con apoyo de las fuerzas israelitas durante la guerra en el Líbano de 1982.

Las heridas siguen vigentes, aún quedan la huellas de aquella masacre, en las paredes pueden verse  los disparos que arrebataron cientos de vidas. 

Pese al aspecto de la ciudad, los habitantes no quieren que se olvide aquella tragedia, pues el olvido puede ser principio del exterminio real de su pueblo, que hoy sigue luchando por existir.